DISCULPAD MI POBREZA


FOTO de Prensa Latina, Agencia de Noticias para América Latina

-          ¿Cuál es la causa del divorcio?
  • -          Diferencias irreconciliables, señor juez.
  • -          Nada que añadir. Que se firme el divorcio.

Ecuador parece haber entrado en un divorcio irreconciliable y la crisis se ha trasladado a las calles. Una verdadera batalla campal pero sin final feliz. Aquí ya no se habla más de boda. El Gobierno dice estar cansado de ser el padre de familia conciliador que subsidia el combustible. El Fondo Monetario Internacional exige cobrarse una deuda de 2000 mil millones de dólares y las cuentas no salen. Los bancos miran para otro lado y el padre de la patria ha sido muy claro: 
- “Esto no es negociable. Todos debemos ajustarnos el cinturón”.
La historia, aunque real, parece haber salido de una película de José Luis Cuerda donde, hasta la puta del pueblo, es comunal.

Como la negociación no es lo nuestro (y comunicarlo tampoco), mejor soltamos la noticia bomba y cerramos los ojos para ver si nadie nos ha escuchado. Pero como en toda familia, da igual si hay padre estricto o conciliador (Léase ‘No Pienses en un Elefante’ de George Lacoff), salió el hijo díscolo que sembró la nota discordante.

Los transportistas fueron los primeros en gritar la injusticia, los indígenas se organizaron en menos de 24 horas y salieron de distintos puntos del país para llegar hasta la misma puerta del Gobierno. A la clase pobre (que no obrera) tampoco le salieron las cuentas. Para muchos la medida es “injusta, clasista y desproporcionada”.

Conclusión: Un país militarizado, Estado de Excepción de las 8 de la tarde y destrozos que ascienden ya a 230 millones de dólares diarios por el paro.

Entender esta situación desde la visión europea no resulta fácil. La televisión en España sólo traslada la parte puntual de un conflicto que va más allá de intereses económicos. Ecuador está dividido, la fractura social tardará dos generaciones en recomponerse y el odio y la xenofobia son ahora heridas muy difíciles de cerrar.

Era la crónica de una muerte anunciada. Lo narra muy bien Gabriel García Márquez en sus protestas y lo describe mejor Eduardo Galeano en ‘Las Venas Abiertas de América Latina’:
-“Vinieron, ellos tenían la biblia  y nosotros teníamos la tierra, nos dijeron: cierren los ojos y recen. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la biblia”.
Nada que celebrar, América fue saqueada, ultrajada y sometida. Las venas siguen abiertas y las heridas sangran. Quito está saqueada y todos esperamos encerrados desde casa que alguien anuncie bandera blanca . Las noticias llegan por todas partes, algunas manipuladas como buena guerra sucia.

Entonces… ¿Cuál es la sentencia?
- Que se separen, señor juez, si es para bien. 
   DISCULPEN LA POBREZA.

La dignidad no es negociable. En Ecuador ya nadie duda de eso. Lo sabe muy bien María Fernanda Folleco, madre de familia de origen afro que un día decidió abandonar las cosas de Esmeraldas para tener un futuro mejor en la sierra de Quito.

La historia me la contó ayer Juan Carlos Burbano, un amigo de esos que te regala la vida de tanto rodarla. Las ruedas te dan velocidad pero también perspectiva. Y perspectiva es lo que le falta al Gobierno Ecuatoriano con el anuncio de la puesta en marcha de un decreto que elimina el subsidio a la gasolina.

Ecuador arde en llamas 🔥 y no entiende de argumentos. Pero el estado de excepción no ha impedido la vida normal de sus gentes. Yo misma, cansada de tanto encierro, decidí coger los patines y salir a rodar con un grupo de amigos.

Domingo 12 de octubre de 2019. 
Eran las seis de la mañana cuando Giovanni vino a buscarme a casa. Había que llegar al Valle de los Chillos donde nos esperaba el resto del grupo. Si no puedes cambiar las cosas, no te sientes a esperar”. Eso me dijo Giovanni antes de iniciar la ruta.

No habían pasado dos horas y alguien llama para anunciar que los accesos a Quito vuelven a estar cerrados. Los coches pasan nerviosos por nuestro lado y nos insultan. La seguridad no está garantizada y hay que cancelar la ruta.
- “Si nos vamos a ir a la mierda, que nos encuentren borrachos”, 
Esta frase no es mía, es del Gran David De Santos, un amigo español que vivió la tragedia del terremoto de devastó Ecuador en abril de 2016. 
- “El Presidente acaba de anunciar toque de queda. Lo mejor es buscar un sitio para descansar” 
Esto fue lo que debió pensar el resto del grupo al saber que estábamos completamente incomunicados. Para Gionanni no había toque de queda: 
- “O salimos ahora o nos quedamos aquí una semana. Esto no se arregla en unas horas”.
Había que salir corriendo con la moto.El viaje de regreso fue aterrador. A cada paso encontramos barreras en la carretera. El olor a llanta quemada invadía el ambiente. Como nosotros cientos de personas caminaban en dirección a Quito para poder llegar a casa. Los piquetes no daban tregua: - Por aquí no pasa nadie...” ⛔. 

Hubo que buscar caminos alternativos por las laderas del valle, atravesar en varias ocasiones la mediana de la carretera y subirse a la acera con la moto para poder avanzar. Lamentablemente no hubo suerte. Llegamos a un punto de no retorno. Los piquetes habían bloqueado el acceso.El regreso al punto de partida fue inevitable. Regresamos con el grupo que ya se había divido para pasar la noche entre las casas más cercanas. 
Una vez más Juan Carlos Burbano nos tendió la mano. A diez minutos vive mi madre, nos dijo. 
- “Somos una familia humilde pero con gusto nos dejará pasar allí la noche”.
Había que coger fuerzas para iniciar el regreso a las 4 de la madrugada. María Fernanda Folleco tenía pintado en la cara la tristeza 😔 de América Latina. Cuando nos abrió la puerta nos dijo: 
Bienvenidos a nuestra casa, disculparán la pobreza”.
La estancia allí fue lo más reconfortante de toda la jornada. Compartimos cena y una botella de ron. -“Beba, el licor ahuyenta los miedos…

A las cuatro de la mañana 🕕 ya no había miedos. Había que partir de nuevo. María Fernanda se levantó, nos abrió la puerta y en la despedida yo le devolví el favor:
Señora María, un placer por todo. Disculpará nuestra pobreza”.
Encontramos barricadas a lo largo de todo el camino de regreso. 
FOTO: AF

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